Omealca, Ver.— La tarde cayó con pesadez sobre la colonia Ejidal este martes. En una vivienda modesta, al fondo de una calle de tierra y polvo, dos hombres fueron abatidos a tiros. La vida se les fue en segundos. Uno de ellos, conocido entre los vecinos como “El Nery”, no volverá a sentarse en la banqueta a ver pasar el día. El otro permanece sin nombre, sin rostro oficial, solo una silueta cubierta por una sábana blanca.

Quienes estaban cerca dicen haber escuchado el motor de una motocicleta acercándose a toda velocidad, seguido por ráfagas secas, cortas y certeras. No hubo gritos. No hubo tiempo para correr.

Los responsables, dos sujetos aún sin identificar, no tardaron más de unos segundos: llegaron, dispararon y se esfumaron entre calles sin vigilancia. Una escena breve, pero letal.

Paramédicos acudieron tras una llamada desesperada al 911. Pero al llegar, no encontraron nada por hacer. Los cuerpos ya no mostraban signos de vida. El silencio que vino después fue aún más denso que los disparos.

La policía acordonó el lugar, intentando proteger los rastros de un crimen que parece sacado del mismo libreto que otros tantos que se repiten por toda la región. La Fiscalía Regional arribó para hacer lo suyo: fotografiar, levantar, anotar, abrir una carpeta.

Mientras tanto, los vecinos miraban desde lejos. Con miedo. Con resignación. Algunos se persignaban, otros solo se iban metiendo a sus casas. Porque en Omealca, como en muchos otros rincones de Veracruz, la muerte ya no sorprende. Solo pasa, saluda y se va.

Related Post

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *