Orizaba, Ver.- Al menos 10 mujeres con hasta 20 años dedicadas a la venta de elotes y esquites en el atrio de la Catedral de Orizaba denunciaron haber sido excluidas del espacio y amenazadas con la cancelación de sus permisos, tras negarse a realizar pagos irregulares exigidos por Rosario Abad Ramírez, presunta administradora de los puestos, quien aseguran actúa con el respaldo del párroco conocido como «padre Demetrio».
Las afectadas relataron que, durante Semana Santa, solicitaron un permiso provisional al Ayuntamiento para vender en la plazoleta municipal debido a la saturación de vendedores en el atrio. No obstante, afirmaron que Abad Ramírez les prohibió regresar al espacio original y mandó cerrar las puertas para impedirles el acceso. Al haber sido temporal, el permiso externo ya no tiene validez, por lo que actualmente tampoco pueden trabajar afuera.
«Nos mandó un mensaje diciendo que no nos presentáramos, que el padre no tenía tiempo para nosotras», explicó una de las comerciantes.
De acuerdo con los testimonios, Abad Ramírez exige semanalmente un pago de 150 pesos y aplica multas diarias de 25 pesos por retrasos. Durante temporadas altas, los cobros se elevan hasta los mil o mil 500 pesos, como ocurrió durante los tres días de Semana Santa. Las comerciantes señalaron que estos pagos no tienen respaldo oficial ni recibos, y que se justifican como «cooperaciones para la Iglesia». «Es un abuso», acusaron.
Además, denunciaron prácticas discriminatorias y favoritismo hacia vendedoras afines a la administradora, quienes tienen menos tiempo en el lugar pero mantienen sus permisos activos. También se les impone el uso de uniformes —gorras y playeras— bajo amenaza de sanciones económicas. «Somos comerciantes, no empleadas de ella», señalaron.
Las mujeres afirmaron que Rosario Abad comenzó hace aproximadamente una década, supuestamente con fines altruistas, pero actualmente también comercializa dentro del atrio y obstaculiza los permisos de quienes no le son afines. «Incluso fue al Ayuntamiento a bloquear nuestro permiso externo», denunciaron.
Ante la falta de respuesta del párroco, quien según las vendedoras «no tiene tiempo para recibirlas», exigieron la intervención del obispo para frenar los cobros irregulares y permitirles volver a trabajar. «Ella ya se pasó de su límite. No es justo que nos cierre las puertas por no pagar sus abusos», concluyeron.
Actualmente, solo cuatro vendedoras —las más recientes y cercanas a Rosario Abad— conservan sus permisos. El resto permanece a la espera de una solución que les permita recuperar el sustento que han mantenido por décadas.
Cabe recordar que, tras la prohibición del comercio ambulante en el primer cuadro de la ciudad, la Catedral de Orizaba ha permitido el trabajo informal dentro de su atrio como medida de apoyo a familias de bajos recursos. Sin embargo, la falta de transparencia en la administración del espacio ha derivado en conflictos como el que ahora enfrentan estas mujeres.